Técnicas que agrupa SENDA
Medicina Espagírica Alquímica
La kemicina, medicina espagírica o alquimia se remonta al saber milenario de la medicina del antiguo Egipto. Ha llegado a nuestros días fluyendo como vibrante, sutil y oscuro acuífero de conocimientos, narrando su propia intrahistoria por debajo de las épocas, recibiendo críticas, sorteando amenazas y mirando de soslayo el devenir de la historia mientras se abría camino, al tiempo que era sostenida por estudiosos como Paracelso, sabios de Al-Ándalus y medievales. Queda en reclusión tras ser deslumbrada por el giro copernicano del Renacimiento y la Época Moderna. Resurge actualmente amparada por el discurso de la medicina holística y de una concepción del hombre inserido y deudor de la naturaleza.
La alquimia, un arte que requiere de un fuego destructor a la vez que purificador y regenerador y de un laboratorio donde preservar los elementos, se basa en estrictas leyes herméticas sustentadas a su vez en una visión de profundo respeto al orden y equilibrio imperantes en el universo. Por tanto, el alquimista aborda la comprensión de la enfermedad como una transgresión o error en la naturaleza que emana a causa de una manipulación indebida de la misma.
El remedio para equilibrar este desajuste requiere de un preparado espagírico que separa lo puro de lo impuro. En este proceso, lo impuro o enfermedad queda transformado en cenizas y asciende en forma de espíritu, cristalizando de nuevo en perfecta geometría con lo dispuesto por el orden del universo. Por tanto, la alquimia concibe al ser humano, su salud y su enfermedad como unitarios al universo y como reflejo del estado de salud o de enfermedad de la naturaleza misma: la enfermedad de un alma individual es la distorsión del espíritu de la naturaleza. Enfermedad no será más que muerte, entendida como reajuste del mecanismo global del universo y como renacimiento en vistas a completar un orden superior.